noviembre 12, 2006

MES DE MARIA


Oración Inicial para el Mes de María

¡Oh María!, durante el bello mes a ti consagrado, todo resuena con tu nombre y alabanza. Tu santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos. Para honrarte hemos esparcido frescas flores a tus pies, y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Más ¡oh María! no te das por satisfecha con estos homenajes. Hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan, y coronas que no se marchitan. Estas son las que esperas de tus hijos. Porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos y la más bella corona que pueden depositar a sus pies es la de sus virtudes. Sí, los lirios que tú nos pides son la inocencia de nuestros corazones; nos esforzaremos, pues, durante el curso de este mes consagrado a tu gloria, ¡oh Virgen Santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aún la sombra misma del mal. La rosa cuyo brillo agrada a tus ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos, pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este mes bendito procuraremos cultivar en nuestro corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida, y con tu auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y esperanzados. ¡Oh María! Haz producir en nuestros corazones todas estas amables virtudes. Que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia, para que podamos ser algún día dignos hijos de la mas santa y la mejor de las madres.
Amén


Oración Final del Mes de María

¡Oh María, Madre de Jesús
nuestro Salvador, y nuestra buena Madre! Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios
que colocamos a tus pies, nuestros corazones deseosos de ser agradables, y a solicitar de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio. Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo;
que, en vista de sus méritos y a nombre de su Santa Madre,
dirija nuestros pasos por el sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor,
la luz de la fe sobre los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error; que vuelvan hacia El, y cambie tantos corazones rebeldes, cuya penitencia
regocijará su corazón y el tuyo.Que convierta a los enemigos de su Iglesia y que, en fin,
encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad, que nos colme de alegría
en medio de las tribulaciones de esta vida y de esperanza para el porvenir.
Amén